Raro verdad, antes temía a la tristeza cual enfermedad, hasta que un día me alcanzo; con eso descubrí que no se muere uno por estar triste y que no debe sorprenderme, desde ahí me di el derecho a expresar mi tristeza, acepte mi humanidad imagino y deje de pretender ser infalible, di mi brazo a torcer divulgando a los cuatro vientos ese sentimiento melancólico por añorar un tiempo en mejores condiciones.
Jodida tristeza; que la desmenuce hasta lograr entender que no era mas que una hipócrita expresión de impotencia por algo que deje de hacer o no hice bien, el quedarme callado ahora no vale nada. Jodida tristeza que me mueve el estatus quo al que cómodamente tiendo a abrazar, y todo provocado por mi… mis acciones inconclusas, MALDITO TEMOR y ahora un silencio abrumador que aporta peso a mi carga, la carga de culpa… con remordimiento.
¿Puedo darme la oportunidad de estar triste?, merezco estarlo… ¿consuelo?, ¿quien ha estado en mis momentos menos serenos y controlados? si… (…) ha sido mi culpa el no permitir entrar a nadie… y nadie ha tenido el valor o sospechado que necesito ayuda.
La culpa es solo mía.
Dos opciones, o me ahogo en mi mar de desconsuelo y bebo de mi propia culpa hasta que la misma embriaguez me lance del bar, o ignoro este precario sentimiento y continuo como si nada ha pasado… cada vez tardo mas tiempo en regresar a ese sucio lugar, hoy ya hace 10 años estuve acá, aun veo la marca que deje que me recuerda cual fue la promesa que tatué para no volver.
Recobro el valor, toma fuerza el pensamiento de «nada me vence»; porque cada vez me aisló mas, cada vez todo me importa menos y por lo tanto no lástima… Supongo que pierdo mi humanidad, ese enlace que da la misma empatía pero no siento tristeza.
Al no sentir tristeza soy incapaz de disfrutar su contra parte, saben es una ley física todo tiene una fuerza en contra con la misma proporción en dirección opuesta, al quitar la tristeza quito la «parte buena» y acepto la cuota.
Hoy me doy cuenta, me siento medio humano por esa parte que me arranque y al final se convirtió en dos… y eso a su vez en cuatro, al final me falta la mitad… el tiempo sigue, veo y lo entiendo; ¿aun no lo practico? hay algo mal en mi ¡lo sé!, pero ya no hay vuelta atrás.
10 o 15 años hace que esa puerta fue abierta por ultima vez antes de hoy, supongo que ahora serán 30 hasta que vuelva a venir, bebo mi ultima copa de culpa y tomo mi capa de desesperanza y me lanzo al abismo… un mundo sin tristeza, sin alegría no es mas que eso: un enorme espacio lleno de nada.
Seguiré, total prometo nuevamente no volver a regresar acá.
Sólo se llega al final si se empiezas por el principio, ignorando el transcurso y disfrutando el sentir de una loca trasformación. *